top of page

arriesgar, construir_MAL. Sevilla


Una de las principales preocupaciones de MAL. es desarrollar un pensamiento y una praxis artística situada en lo local -en el edificio, el barrio, la ciudad, la región...- Pero para desarrollar una posición clara y rotunda, es necesario huir de cualquier mirada miope localista. Situarse es perder la certeza de dónde tenemos los pies; mirarnos no en un lugar, sino cruzados por miles, en una trayectoria compleja e inabarcable. Hacer mapas comprometidos es esto: un continuo ejercicio de reposicionamiento de la mirada. Para pensar una Sevilla/una Andalucía/un suroeste español/un sur europeo/un norte mediterráneo/... no solo es necesario tomar multiples posiciones y tener en cuenta múltiples cartografía, también pensar las cronologías que cruzan, el modo en que el pasado se repite y rima con el presente. La primera exposición de MAL. reúne el trabajo de dos artistas que comenzaron su carrera en Sevilla, y que actualmente se desarrollan profesionalmente en Barcelona, con una práctica artística que piensa el territorio como un espacio voluble, y el tiempo como una materia compleja y conflictiva. Mirar a las ciudades y las naciones con un enfoque desterritorializante -que no cierre identidades en lugares cerrados- implica volver a las migraciones y a las zonas fronterizas como principales fuerzas que componen los territorios que habitamos, y atender a los intereses de las fuerzas que pretenden definirnos. Los trabajos de María Alcaide y Mercedes Pimiento pueden ser leídos desde estas preocupaciones, como una serie de reflexiones y ejercicios entre el dislocamiento y el reajuste. Presentar estos dos proyectos en Sevilla -proyectos que tratan directamente sobre la ciudad de Barcelona- no es banal. En primer lugar, hay un interés por invitar a trabajar en Sevilla a artista que han tenido una fuerte relación con la ciudad, pero que por diferentes razones han decidido vivir y trabajar fuera, sostener de este modo un diálogo entre lo local y lo global. En segundo lugar, mirar lo exterior como vector transformado de lo interior es un ejercicio necesario para desarticular las identidades cerradas y entender que la historia no se construye a través de monólogos, sino mediante fricciones y tensiones; excluidos, exclusiones y reintegraciones; olvidos y borrados. Esta primera exposición de MAL. presenta uno de los puntos desde los que partimos: el territorio que habitamos como un palimpsesto donde se pueden leer los conflictos que hemos olvidado, pero que siguen palpitando. El trabajo de María Alcaide mira a las condiciones económicas de una clase precarizada, y se centra particularmente en la situación de los trabajadores culturales y la salvaje brutalidad de las [llamadas] industrias culturales. Un clima depredador que nos fuerza a un desplazamiento continuo y a la autoexplotación; la vida como competición donde nos convertimos en inversores de nosotros mismos -“emprendedor de si mismo” era la imagen con la que Foucault identificaba la situación del trabajador bajo la lógica neoliberal-. En el espectáculo del capitalismo tardío, las ciudades se han convertido en minas extraccionistas gobernadas por la industria turística donde lo que se “nos ofrece consumir es una manera muy acotada y controlada, en el espacio y en el tiempo, de observar y participar de la vida común de otros” (Marina Garcés). La población local, pero -incluso con mayor vulnerabilidad- también la que forzosamente ha tenido que emigrar hasta los nuevos focos de capital, es desplazada, y la ciudad vaciada de vida para convertirse en escenarios de paso. El coste de la vida sube, cada vez es más difícil vivir en el centro, al mismo tiempo que cada vez se hace más necesario: la inversión cada vez es más arriesgada. Este clima es el que Alcaide analiza desde su propia experiencia. Los gestos que dan forma a las obras de Mercedes Pimiento rozan el problema de nuestra herencia material, cómo ajustarse, rellenar, vaciar, reutilizar... las huellas y ruinas que recibimos. Entre la arqueología, la producción industrial y las prácticas artesanales, el proceso que presenta en MAL. parte de la sedimentación tras dos figuras antíteticas: la ciudad y la montaña; la civilización y lo salvaje, el binomio que sostiene el contrato social bajo el que nos organizamos. En los límites de la ciudad, cuando la montaña desaparece, los silencios y los huecos son un factor activo. Pimiento parte de la memoria de los andaluces y extremeños que durante la posguerra emigraron a Barcelona y se instalaron en la cima del Turó de la Rovira, construyendo un barrio de barracas con una pendiente que fue utilizada como excusa para justificar la falta de infraestructuras y servicios públicos, aislando la zona del resto de la ciudad. La geografía escarpada impidió que el plan del Ensanche cubriera la montaña, creando una zona que todavía hoy resiste a la geometría del plan urbano; pero, tras el desarrollo urbanístico de las últimas décadas, de las construcciones de los inmigrantes del sur peninsular solo quedan restos que se han convertido en un estrato más del suelo. En los gestos con los que la artista da forma a sus piezas “la ausencia y el exilio, no es un exterior ajeno e indiferente, es un afuera constitutivo que hace posible el adentro [...]” (Mari Paz Balibrea). Ambas artistas presentan líneas abiertas, materiales y preocupaciones que nos interesa trabajar desde MAL. en el futuro, para apoyar procesos creativos y reflexivos de largo recorrido, salir de la necesidad de resultados cerrados y buscar fugas y conflictos inesperados.


bottom of page